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8 de octubre de 2015

LA INVITACIÓN (VICTOR VELÁZQUEZ)



LA INVITACIÓN

(VICTOR VELÁZQUEZ)


Acepté la invitación
que hace muy poco me hicieron
para hablar, según dijeron: 
de "La Desorientación".
Dejé el lejano rincón 
donde vivo entre los montes
y sin hacer mucho apronte
me embarqué a la Capital, 
mientras quedaba un zorzal 
cantando en el horizonte.

En la reunión, un señor, 
me preguntó 'qué pensaba'
de aquellos niños que andaban
sin rumbo, sin fe ni amor.
Yo contesté con dolor
pues he visto diariamente,
a esos pobres inocentes
que piden y son mandados,
por padres malhumorados
y de todo amor carentes.

"Tendríamos que pensar
primero en nostros mismos, 
si al borde de los abismos
también supimos estar.
Sería muy bueno dejar
atrás el palabrerío,
y empezar con muchos bríos
a despertar la conciencia
para que tanta inocencia
se salve del desvarío".

"La juventud marginada, 
la que no tiene cabida,
a la que llaman perdida
le niegan hasta la nada.
Quieren jugarla cambiada
los que hacen las donaciones, 
para las instituciones
de raíces extranjeras,
¡vean qué linda manera
de repartir los millones!"

"Habiendo en nuestra nación
tantos altos funcionarios, 
¡no piensan que es necesario
fomentar la educación!
Darle principio y razón
al maestro, al profesor,
construir un tiempo mejor
con sólidos edificios,
¡en la unión y el sacrificio,
la esperanza da su flor!"

De a poco se fue raleando
la reunión que les decía, 
yo pensé: " y si daría 
una respuesta cantando?",
pero como iba quedando
muy solo en esa ocasión, 
pensé: "¿Desorientación?...
es la que hoy tengo yo, 
¡y estoy quedando sin voz 
por dar una explicación!".

Mas una sola persona 
quedó sentada pensando
y me dijo: "Estoy soñando,
ya la gente no razona
tampoco el hombre perdona 
y a ninguno le interesa 
si falta pan en las mesas
de los pobres del planeta
ya ni al dolor se respeta
y está muy solo el que reza".

Sorprendido pregunté:
-"¿Quién eres?, ¡di por piedad!",
respondió: -"Soy la verdad,
estoy sola y tengo sed".
-"¿Cómo?, le dije,¿ y a usted
ninguno la presentó?"
Lentamente levantó 
sus ojos entristecidos
dos luceros encendidos
que la noche ensombreció.

Se fue caminando lento, 
¡no quería que se vaya!
Le grité que de su laya
ya no nacen más talentos...
Me dijo: -"Voy con los vientos
y mi hermana libertad
a buscar la caridad 
que hace tiempo se ha perdido".
Y yo quedé sumergido
en la inmensa soledad.

Para los montes volví
y le conté a los sauzales
de la humanidad sus males 
y lo que no conseguí.
-"¡Menos mal que estoy aquí!,
le dije al monte y al río,
pero solamente ansío 
lo mejor para mi tierra
que tanta riqueza encierra
y que tiene tanto frío".

¿Adónde andarás, verdad?
mi pueblo te está esperando,
porque ya está imaginando 
lo triste de tu horfandad.
El temple de la igualdad 
que siempre te consagró,
no dejará que tu voz
se apague en ningún momento
porque sos bandera al viento
que el hombre en sangre forjó.

Letra: Víctor Velázquez 

15 de abril de 2015

EL REMATE (Yamandú Rodríguez, cantado por Víctor Velazquez)



EL REMATE | Víctor Velazquez


Falta el aire y sobran moscas,
este domingo de enero.
El sol fríe las chicharras...
duerme un matungo azulejo...
Algunos pollos con árganas
están de picos abiertos.
En los charquitos de sombra
hay unas guachas bebiendo.
Por los caminos calientes
pasa la siesta en su lerdo.
Ojos azules de cardos
curiosean desde lejos,
y asoman por las goteras
ojos azules de cielo...
¡Todo es dulce de tan pobre...!
Junto al rancho de estanteo
que anda con los cuatro codos
deshilachados de tiempo,
subasta un rematador
las pilchas de un criollo viejo.
Hay muchos interesados;
son vecinos todos ellos,
muchachos que hasta hace poco,
le llamaban: "el agüelo".
Recostao en el palenque,
los mira tristón el viejo:
han ido a comprar barato
cosas que no tienen precio...
Y piensa con amargura:
"¡Ya no da criollos el tiempo...!"
—"¿Qué vale este par de espuelas?"
Y las rodajas de fierro,
son como dos lagrimones
que llorasen por su dueño.
Con ellas salió a ganar
hace ya muchos inviernos,
la novia en un bagual blanco;
la vida en un bagual negro.
Los mozos suben la oferta:
—"Doy diez,quince,veinte pesos!",
Disputan como caranchos
el corazón del agüelo.
Al escucharles, se pone
rojo de vergüenza el ceibo.
—"Son suyas las nazarenas"
dice a uno el martillero.
Le han vendido las lloronas,
hoy, por desgracia. Hoy, tan luego
que en el palenque, la vida
ató su bagual más negro...
y piensa con amargura:
"¡Ya no da criollos el tiempo...!"
Sacan a la venta un poncho,
donde garúan los flecos,
para mojarle los ojos
al que se lo lleve puesto.
Tiene la boca zurcida
y lo gastó tanto el tiempo,
que al trasluz del calamaco
se ve la historia del dueño...
Guampas, chuzas y facones
lo cribaron de agujeros...
pero su filosofía
siempre le puso remiendos:
de día con un celeste;
de noche, con un lucero.
—"Yo pago por esa pilcha
tuita la plata que tengo!"
—"Subo una onza la oferta!"
—"Si no hay quién dé más, ¡lo quemo!"
Entonces cae el martillo
en lo duro del silencio...
Un joven se lleva el poncho.
Y allí cerca el gaucho viejo
está temblando de frío
en una tarde de enero,
y piensa con amargura:
"¡Ya no da criollos el tiempo...!"
Así pierde en la bajada ,
lo que ganó en el repecho:
una a una, las ovejas;
pilcha por pilcha, el apero...
Quisiera salvar del lote
su mancarrón azulejo,
pa' que lo agarre la noche
en un caballo estrellero.
No tiene más que uno... 
¡Y se lo quema el martillero!

Allí termina el remate.
Cobró su cuenta el pulpero.
Aura sí: al verlo de a pie,
tan amargo, tan desecho,
todos los rumbos arrollan
los lazos de los senderos
y son cuatro pialadores
que están esperando al viejo:
en cuanto quiera salir,
¡lo van a dar contra el suelo!

Entonces , aquellos mozos,
se acercan a defenderlo
y el más ladino le dice
ante temblón y risueño:
—Todos compramos sus pilchas,
pa' salvárselas, agüelo.
Aquí tiene sus espuelas...
Aquí tiene su azulejo...
Uno le trae en los brazos
igual que un niño, el apero
y otro le entibia las manos
con aquel poncho de flecos...
Y otro que no compró nada
le estampa en la frente un beso...
¡Porque sigue dando criollos,
muy lindos criollos , el tiempo!

Letra: YAMANDÚ RODRIGUEZ

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